Somos seres infinitos, eternos y muy poderosos.

A veces deseamos de corazón poder cambiar las circunstancias externas, batallamos contra las injusticias, los obstáculos y los grandes problemas que existen en el mundo.

Sin embargo, hay fuerzas universales que no podemos controlar.

Lo que si podemos cambiar es nuestra actitud frente a esta colección de experiencias llamada vida.

La transformación real y duradera de un individuo o de la humanidad en su conjunto tiene que nacer a partir de un proceso de expansión de la consciencia.

Elevar nuestro nivel de consciencia y subir nuestra frecuencia de vibración es la única manera de vivir en un mundo donde dejamos de cometer los mismos errores del pasado, dejamos de luchar uno contra el otro, dejamos de sentirnos separados y empezamos a coexistir en armonía, amor, compasión, y empatía. 

Esta capacidad de sentir profundamente al otro y darnos cuenta de que somos parte de la misma consciencia nos convierte en SERES humanos.

Nos ayuda a soltar la culpa y entender que los perpetradores están sufriendo tanto como las víctimas, porque solamente un SER profundamente dañado en su interior, puede dañar al otro.

Cuando conectas con tu espiritualidad profunda, comprendes que más allá de todas las imperfecciones que ves alrededor, todo es perfecto.

Estamos en un continuo proceso de ascensión y crecimiento dentro de un plano dual y para elevarnos hacia la Luz, tenemos que atravesar la oscuridad y las sombras más horribles del SER humano.

Solamente desde adentro, hacia afuera, podemos crear el cielo en la Tierra.

Desde la paz interior, nace la paz y la armonía exterior.

Te comparto una práctica para activar la frecuencia de la paz, el amor incondicional y la compasión en tu SER y extenderla al mundo entero.